En 2008, el jeque Mansour bin Zayed Al Nahyan (20 de
noviembre de 1970, Abu Dabi), miembro de la familia gobernante en los Emiratos
Árabes Unidos, adquirió el Manchester City. La operación se realizó a través de
un fondo de inversión controlado por Mansour, el Abu Dabi Investment Authority,
y la venta ascendió a unos 260 millones de euros. Una cantidad insignificante
para un linaje con una fortuna de 360.000 millones de euros. Su riqueza está
amasada a base de petróleo. A mediados del siglo pasado, su padre, Zayed Al
Nahayn, descubrió una inmensa cantidad de oro negro escondida entre las arenas
del desierto de Arabia, y convirtió a un país de pescadores en un estado innovador
con una economía potente. Este pequeño emirato custodia el 10% por ciento de
las reservas mundiales de petróleo, pero la familia real es consciente de que
esta situación tiene fecha de caducidad. Por ello, invierten sus ganancias por
en medio mundo. Mansour, hermano del actual califa, está encargado de
administrar los beneficios derivados de los hidrocarburos. La compra del
Manchester City no supuso un negocio rentable pero se convirtió en una
inversión mediática que situó a su emirato en el mapa. El jeque desembolsó mucho
dinero en un club asfixiado por las deudas, sin embargo, no le importaba cuánto
debería invertir en el equipo, ni si quiera esperaba resultados a corto plazo. Su
único propósito era convertir al club segundón de la ciudad de Manchester en el
mejor equipo del mundo. No tenía prisa.
El magnate se caracteriza por su
discreción. Pocas veces aparece en los medios y apenas visita el Etihad
Stadium. Entre sus aficiones se encuentran las carreras de caballos y se
rumorea que sueña con invertir en la asociación ecuestre inglesa. Mansour suele
vestir los tradicionales ropajes de Oriente Medio, pero cuando visita el palco
del estadio se enfunda un traje de impecable confección. Además, como buen
empresario tiene unos 40.000 millones de euros depositados en diferentes
proyectos y su influencia en la sociedad inglesa está en auge. Un dato:
contribuyó con 8.000 millones de euros a impedir la quiebra de Barclays, máximo
patrocinador de la Premier League. Las estrellas empezaron a aterrizar en
Manchester ante la expectación de los aficionados citizens. La contratación de
Robinho abrió el camino a todo un elenco de futbolistas. El brasileño abandonó
la disciplina madridista en una operación cercana a los 43 millones de euros
pero decepcionó a técnico y afición con un rendimiento por debajo de las
expectativas. Poco a poco, la dirección deportiva comenzó a acertar en sus
apuestas y el dinero consiguió reunir a un equipo envidiable.
Entre las
incorporaciones aparecen jugadores como Emmanuel
Adebayor (29), Roque Santa Cruz (21,2), Yaya Toure (30), Carlos Tévez (29),
Mario Balotelli (29,5), Edin Dzeko (37), Sergio Agüero (49,4), Samir Nasri
(27,5) o David Silva (33). Los resultados de una espectacular inversión
empezaron a notarse. La Copa de Inglaterra constituyó el primer éxito de un
club que miraba fotos en blanco y negro para recordar sus años dorados. Su
técnico, Roberto Mancini sin querer comenzó a sacar partida a una plantilla con
un potencial increíble. Esta progresión del equipo permitió alcanzar un
objetivo utópico cuatro años atrás. La conquista del campeonato liguero. Los
seguidores citizens tuvieron que esperar 44 años para ver a su equipo levantar
su tercer título liguero. Una hazaña posible gracias a los petrodólares. Y es
que, tras décadas de sufrimiento, descensos y dificultades económicas, un jeque
está dispuesto a utilizar su enorme fortuna para cubrir de gloria y títulos al
Manchester City. De momento, Mansour ya ha invertido más de 1150 millones de
euros. Una frase de Noel Gallager resume el sentir de los aficionados: “Por fin han llegado nuestros príncipes, tras 40 años de
miserias”.
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