Lo primero decir que la afición al ciclismo en España está
principalmente en el norte, Pais Vasco, Cataluña, Asturias… y que sí, seguro
esta edición va a ser muy rentable porque atraerá a muchos aficionados,
bastantes extranjeros por cercanía con Francia y estoy seguro de que veremos
grandes etapas, con las cunetas a rebosar o eso espero. A la mente ya me vienen
las imágenes de la ascensión a puertos donde seguro viviremos la conexión
mágica entre público y ciclista, como el Cuitu, Arrate o en la Collada de la Gallina. En segundo
lugar, como aficionado del sur me siento un poco abandonado por la carrera. Sin
criticar el trazado de este año, muy distinto a lo que ofrece por ejemplo el
Tour de Francia, y espectacular desde mi punto de vista, echaré de menos que
los ciclistas pesen por las carreteras sureñas. Hay montaña en el sur si es lo
que quieren, aunque quizás la decisión no tenga mucho que ver con esto, sino
más bien por el dinero que hayan ofrecido los pueblos y ciudades, y las
comunidades, por acoger la
Vuelta a España. Si bien, no me creo que nadie de la mitad
sur hacia abajo no este interesado en albergar la carrera.
Entre los favoritos destacan Alberto Contador y Chris
Froome, uno viene de cumplir seis meses de sanción por dopaje y el otro de ser
el escudero y peor enemigo de Wiggins en el Tour. Mi duda, si el español tendrá
ritmo de competición y el inglés estará fresco y con piernas después de
afrontar la ronda gala. Esto lo decidirá la carrera, y seguro habrá sorpresas como
el año pasado cuando Juanjo Cobo consiguió el triunfo final en Madrid. En esta
ocasión el cantabro vuelve a ir de tapado. La lista de aspirantes podría
completarse con los nombres de Purito, Igor Antón, Van den Broeck o Mollema.
Los 39 kilómetros
de contrarreloj individual no son muchos pero si suficientes para decidir un
ganador, en una ronda con muchas llegadas en alto pero sin grandes jornadas de
montaña.
Fmado:Benjamin Carrasco Ruiz
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