Esa es la sensación con la que puede haberse quedado el Valencia tras el encuentro disputado ante el Paris Saint Germain, en la vuelta de los Octavos de final de la Champions League. Los de Valverde se adelantaron en el marcador pero Lavezzi igualó el encuentro tras un error de Parejo en la medular. De ahí al final del partido, el marcador no se movería para desgracia de los españoles.
Fue un partido completamente diferente al de Mestalla, con
los ches esta vez envalentonados hacia el ataque, buscando siempre la portería
de Sirigu. Un paso hacia el frente provocado por el resultado de la ida pero
que también demuestra la mentalidad de los de Valverde que nunca se rindieron.
Y todo ello a pesar de no disponer de muchas piezas defensivas, ya que no podía
contar con Ricardo Costa, Rami ni Joao Pereira, que era duda hasta última hora.
Retaguardia de circunstancias, arropada por David Albelda en la medular y
Banega en el banquillo.
Un sistema quizás defensivo pero que le daría resultado al
inicio de la segunda mitad a los valencianistas, que disfrutando de una fuerte
comodidad defensiva pudieron irse arriba y fue Jonas el que inauguró el
marcador después del paso por los vestuarios con un lanzamiento fantástico
desde la frontal del área. Con este resultado, sólo hacía
falta un gol más y visto el dominio de los de Valverde todo hacía presagiar la
llegada de ese tanto decisivo. Sin embargo, un error tremendo de Parejo en la
medular supuso la contra mortal de los locales de mano de Lavezzi que tras
disparar, Guaita rechazaría en primera instancia pero la mala fortuna se cebó con
los ches y el propio Lavezzi remacharía a gol.
A partir de este instante, fue un querer y no poder del conjunto español
en ataque, por lo que el mal sabor es doble teniendo en cuenta que dieron la
cara e incluso pudieron clasificarse. Una pena para el fútbol español, que
pierde un representante en Octavos.

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