El tenista
español Rafael Nadal ha ganado la final de Roland Garros, disputada contra su
compatriota, el alicantino David Ferrer, en tres sets, con un resultado de 6-3,
6-2 y 6-3. Con esta victoria el balear entra en la historia del torneo de París
y de la historia del tenis. Se convierte en el primer tenista en ganar ocho
veces un mismo torneo de Gran Slam, el duodécimo de su carrera. Por delante de
él se encuentran grandes figuras y referentes del tenis como Pete Sampras con
14 y Roger Federer con 17.
La victoria
no fue fácil pues enfrente tenía a David Ferrer. Amigos fuera de la pista, se
conocen bien y se han enfrentado en numerosas veces, con balance del lado del
balear. El juego de Rafa en palabras de David increíble, con un ritmo regular y
constante. El alicantino, en plena madurez deportiva, comenzó con gran fuerza
el partido con golpes sólidos, lo que hizo a Nadal fallar más de la cuenta, e
incluso llegaron a estar 3-3 en el primer set, que término adjudicándose el
manacorí por 6-3. El segundo fue más rápido, 6-2. Sería en el primero y en el
tercero donde Ferrer opuso una mayor resistencia a su rival. Con tres sets
llenos de pasión e intensidad y con un tenis repleto de alternativas, ambos
jugadores hicieron disfrutar a los aficionados en París. Nadal
encaminado hacia su victoria y en pleno rendimiento no dio opción a Ferrer, más
bajo de ánimo y cometiendo demasiadas inseguridades y golpes inseguros que le
hacían fallar más de la cuenta. Nadal arrancó la segunda manga con un 3-0 (lo que completaba
un parcial de 7-0). Ferrer intentaba alargar el partido lo máximo posible; pero
el balear imponía un ritmo apabullante ante el que poco podía hacer. El
alicantino consiguió ganar dos juegos, aunque no pasó de ahí. A fuerza de grandes
y decisivos golpes, Nadal concluyó el set con 6-2.
Con dos sets en contra el partido se hacía cuesta arriba. Ferrer, jugador testarudo como pocos, luchaba y luchaba cada
punto, pero enfrente un Nadal que devolvía todas las bolas y poco podía hacer
el alicantino. La única esperanza podía ser la amenaza de lluvia que podía
marcar un punto de inflexión en el partido a favor de Ferrer. Finalmente aunque
cayendo gotas, el partido no se detuvo y Nadal continuaba su recital hasta hacerse
con su octavo trofeo de Roland Garros. Sin grandes complicaciones, el balear ganó
los tres siguientes juegos, para concluir el partido y dejar su nombre escrito
para siempre en lo más alto del palmarés de Roland Garros.
Nadal emocionado y con los ojos empapados en lágrimas
escuchaba atento el himno español en París que le consagraba una vez más como
el rey de Roland Garros. En su cabeza los malos momentos pasado, los 7 meses de
lesión y la lucha por recuperarse y poder volver lo antes posible a las pistas.
Comedido como siempre tuvo palabras de agradecimiento a la organización y por
supuesto a su rival y amigo, David Ferrer. Una gran final entre dos grandes.
Ahora le tocará preparar Wimbledon, pues se confirma que no estará
en el torneo alemán sobre hierba de Halle. Una superficie en la que el
mallorquín no es tan experto, pero en la que también ganó en 2010.
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